Por Carlos G. Groppa
Considerado un activista político por sus álbumes sobre Amé-rica Latina, Barbieri, uniendo el avant-garde jazz de los 60s con sus propias raíces folklóricas argentinas, logró preeminencia marcada por un estilo único y bien reconocible. Internacionalmente famoso por su partitura para la controvertida película "El último tango en París", Barbieri pasó de ser un músico de vanguardia en su juventud, a ser un admirado artista pop en su madurez. Con más de 50 álbumes en su haber, hoy, sus perennes grandes anteojos ahumados, su sombrero negro de a la gaucha y su lisa bufanda identifican su imagen ante el mundo.
Leandro Barbieri, apodado "Gato" por su esposa Michelle, nació el 28 de noviembre de 1934, en Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina, en una familia musical; su tío clarinetista y su hermano mayor trompetista. A los 12 años de edad tomó lecciones de clarinete y heredó de su tío un saxofón roto. Mientras lo arreglaba aprendió a tocarlo, y luego estudió saxo alto y composición durante cinco años en Buenos Aires, donde su familia se había instalado al año siguiente. Inicialmente, al rechazar la música popular de su tierra natal, se dejó influenciar por los grandes músicos norteamericanos, especialmente los saxofonistas John Coltrane y Charlie Parker, cuyos revolucionarios sonidos comenzaban a poblar el ambiente jazzístico argentino.
Asiduo concurrente a los club de jazz locales que proliferaron a principio de la década de 1950, sobre todo el Bop Club Argentino, hace su primera incursión en el jazz con el grupo Hot Lovers y luego en la Casablanca Jazz, los King Serenaders, Panchito Cao, Bubby Lavecchia, y otros.
Madurando rápidamente a lo largo de conciertos y jam-sessions en bares y clubes, Barbieri cambió el saxo alto por el tenor después de escuchar "Now's The Time" tocado por Charlie Parker. Al hacerlo, armó su propio conjunto, con el que tocó por un par de años, e incluso acompañó a artistas norteamericanos que se presentaban en la ciudad.
Cuando el panorama del jazz comenzó a flaquear en su tierra natal en aras del incipiente rock ’n’ roll, tras un breve intento en Brasil, en 1962, tentado por la familia italiana de su esposa, se traslada a Roma. Desde la capital del país mediterráneo, su nombre comienza a trascender en el mundo del jazz europeo convirtiéndose en atracción del circuito de clubes elegantes de la "dolce vita" romana tocando junto al trompetista de color Ted Curson y el guitarrista Jim Hall. Pero no todo le fue fácil. En esos tiempo aún medraba entre algunos colegas el prejuicio de que para ejecutar buen jazz había que ser negro y norteamericano. Y Barbieri, argentino y de piel blanca, no encajaba en el patrón. Por lo que muchos músicos italianos le auguraron un oscuro futuro. Sin amilanarse por la situación, Barbieri continuó actuando hasta que en 1963 el encuentro con Don Cherry cambió su vida al éste ofrecerle integrar su agrupación.
Don Cherry era un reconocido cornetista norteamericano al frente de un cuarteto en gira por Europa. Tratando de romper justamente ese prejuicio del "jazz negro" había armado un cosmopolita combo con el vibrafonista alemán Karl Berger, el contrabajista francés Jean Francois Jenny-Clark, el baterista italiano Aldo Romano, y ahora Barbieri, argentino.
Barbieri, que al igual que muchos expatriados amantes del jazz pensó hacer de Europa su nuevo hogar, se quedó con Cherry durante sus años de gira, tiempo en el que adquirió esa libertad de improvisación característica de los músicos de jazz. Al regresar Cherry a los EE.UU. llevó a Barbieri, donde sus innovadoras ideas musicales quedaron impresas en los álbumes que grabaron juntos, hoy clásicos de la improvisación, frescos y vitales, de cuando el free jazz conmovía con su nueva estética, y su consigna social y política. Grabados en New Jersey y editados en 1966, al primero de ellos, "Complete Communion", le siguió "Symphony For Improvisers", con un octeto en el que Barbieri tocó el saxo tenor a la par de Pharoah Sanders, con quien ha sido comparado desde entonces.
A pesar de la amistosa y altamente productiva relación con Cherry, Barbieri aprovechó su estadía en New York para abrirse y tantear su carrera como solista. Luego de varios intentos, en marzo de 1967 consigue grabar en un día y con un conjunto propio los cuatro temas de su primer disco, "In Search of The Mystery" editado por ESP Records. Juzgado de acuerdo a las tendencias del jazz experimental de esa época, el álbum no fue muy bien recibido por la crítica. No obstante este lanzamiento desfavorable, al año siguiente apareció como artista invitado junto a la crema del jazz de vanguardia en los álbumes de las orquestas Liberation Music (abril, 1969) y Jazz Composer’s liderados por Carla Bley y Charlie Haden, dos orquestas que unían la intensidad de las "big band" con la libertad del free-jazz.
Poco después, Barbieri volvió a la Argentina donde retomó sus propias raíces a las que antes de partir le había dado la espalda y absorbió profundamente los sonidos vernáculos de su nativa patria.
# Sus años en el sello Flying Dutchman
En noviembre de 1969, Barbieri encuentra su verdadera voz al grabar el álbum "Third World" para el recién fundado sello Flying Dutchman, álbum con el que su música da un giro decisivo al comenzar a combinar en forma original el free-jazz del momento con ritmos folklóricos de su patria y brasileños. Expresiones folklóricas como "¡Adentro!", "áhura", "otra vuelta", "qué pasa..." se deslizaron, y se acentuarían en sus siguientes grabaciones, en los compases de su acentuado jazz a la par que su saxo tenor adquiere una textura más cálida, espesa y colorida, suavizando el sonido disonante y casi agresivo de sus grabaciones anteriores. Son buen ejemplo de ellos sus temas Introducción, Canción de llamerito y Tango. Grabado en New York al frente de su propia agrupación, y enriquecido por la colaboración de reconocidos artistas de jazz de vanguardia, como Charlie Haden (bajo), Lonnie Liston Smith (piano) y Roswell Rudd (trombón), el álbum es hoy en día una revelación para los connaisseurs del jazz, permaneciendo como una de las obras esenciales de Barbieri.
Luego, al grabar su álbum "Fenix" (1971), Barbieri define su estilo. Poblando los surcos con sonidos folklóricos e instrumentos tradicionales de su patria, Brasil y el Caribe, logra uno de sus mejores discos y hace una incursión en el tango con el tema de Gardel y Le Pera El día que me quieras, en el folklore argentino con Carnavalito, y en el samba brasileño con Bahía y Falsa bahiana.
En junio de 1971 graba en vivo durante el Festival de Jazz de Montreux, Suiza, el álbum "El Pampero" (editado en 1972), en una memorable jornada durante la cual asombra a la audiencia con su conmovedora versión de El arriero de Atahulpa Yupanqui.
Un año después, en su álbum "Under Fire" (1973), grabado en New York, Barbieri comienza su transición de definida avant-garde a explorar las raíces folklóricas de su patria y combinarlas.
# "El último tango en París"
En 1972, estando en Europa, su vida se cruza con la de Astor Piazzolla que se hallaba actuando con su Conjunto 9. Llamado éste último por su agente, Aldo Pagani, le dijo que Bernardo Bertolucci andaba en busca de un músico de tango no tradicional para escribir la música de su próxima película, dado que el libreto se estructuraba en base a una relación erótica alrededor de un tango. La película era nada menos que "El último tango en París".
A partir de aquí, los hechos parecen entrar en un terreno vidrioso. Se dice que Piazzolla aceptó, pero entre la premura en el tiempo de entrega -Piazzolla estaba preparando los ensayos para su primera presentación en el Teatro Colón de Buenos Aires-, o quizás por sus reconocidos humos, o por la excesiva cifra que según su agente pidió, la cuestión fue que grabó un demo que no fue del agrado de Bertolucci, por lo que el italiano se inclinó por Barbieri, a quien conocía por haber trabajado antes con él cuando interpretó dos canciones de Gino Paolo para su película "Prima Della Revoluzione", con música de Enio Morricone. Si bien en ese momento Barbieri era un músico casi desconocido en el ambiente del cine, era en cambio muy reconocido por sus ideas de avanzada, que era lo que Bertolucci buscaba. El demo de Piazzolla contenía los dos primeros temas que llegó a escribir para el caso: Jeanne y Paul (nombre de los personajes del film) y El penúltimo, temas que pulidos el maestro incorporó en 1976 a la banda sonora de la película "Cadáveri eccelenti" de Francesco Rosi.
Luego del estreno de la película, Piazzolla alardeó ante la prensa porteña que fue Bertolucci y no su agente quien lo había llamado personalmente, y que él podía haber compuesto una música muy superior a la de Barbieri, a la que calificó de ser un "trabajo de recopilación" que le hizo acordar a Glenn Miller.
Este encuentro Piazzolla-Bertolucci-Barbieri es totalmente ignorado en las biografías de Piazzolla escritas en la Argentina. Es más, ni tan siquiera menciona la película o Bertolucci al referirse a los dos temas que compuso.
Dejando de lado la veracidad de estos hechos, Barbieri, aunque consciente de la naturaleza controvertida del libreto de Bertolucci, aceptó el encargo a pesar de que su experiencia en música para cine en ese entonces era escasa. Barbieri sólo había intervenido en la banda sonora de la película argentina "Los jóvenes viejos" y en otras de Glauber Rocha y Pier Paolo Pasolini.
Para llevar a cabo su cometido, después de ver tres veces el primer corte de la película -Bertolucci le dio un mes para componerla-, Barbieri optó por escribir cortos temas incidentales para que el director eligiera y los ubicara a su mejor conveniencia en el film. Posteriormente, el arreglador y director de orquesta Oliver Nelson, unió los temas de acuerdo a las indicaciones de Bertolucci y los grabó con Barbieri solista respaldado por una orquesta de 32 músicos que incluía una maciza sección de cuerdas. Más tarde Barbieri los ligó en forma diferente a la banda de sonido para grabar su álbum.
El subido tono de la película estelarizada por Marlon Brando y Maria Schneider, logró la suficiente difusión como para permitirle a Barbieri ser reconocido por un público distinto y más amplio. La densidad dramática de la partitura fue factor preponderante para resaltar el sórdido clima del riesgoso film. Fusionando jazz con tango tradicional argentino, Barbieri logró crear un sonido pesado, brillante y muy europeo, que se ajustaba perfectamente a la sórdida esencia que condena la apasionada historia de los personajes, y acentuaba la carga erótica de las imágenes. Tal es el valor de la partitura que hoy en día es más recordada que el uso de la manteca hecho por Brando en una secuencia.
Al ser la música editada en disco con el mismo título, fue un éxito de repercusión mundial que recibió el Grammy a la Mejor Banda de Sonido, y en 1972 la encuesta de la revista " Down Beat" consagró a Barbieri como el Mejor Saxo Tenor del Año, a la par que era invitado por primera vez a presentarse en el prestigioso Newport Jazz Festival.
Pronto artistas internacionales como Herb Alpert, James Last, Ronni Aldrich, Willie Mitchell y otros agregaron el leiv-motiv de la película a su repertorio. Sin embargo, ya sea que la naturaleza fugaz del gusto popular hizo que la celebridad de Barbieri fuese relativamente corta y no generara nuevos encargos, o quizás por un nuevo desencanto con la escena musical europea, la cuestión fue que en 1973 Barbieri regresó a Buenos Aires, y luego partió hacia Río de Janeiro.
Si bien Barbieri, aún marcado por su partitura para "El último tango en París" nunca fue considerado como un músico de tango, en sus álbumes siempre coqueteo con la música porteña. Sus grabaciones realizadas entre 1969 y 1975 le ofrecen al público un enfoque distinto de las posibilidades del tango al ser mezclado con el jazz. Algunos clásicos como El día que me quieras, Milonga triste, Mi Buenos Aires querido y temas de su cosecha La podrida y El pampero, desfilaron por sus álbumes, junto a la intercalación de compases de tango que asomaron en sus interpretaciones.
# El sonido Barbieri
A esta altura de su carrera, cabe pensar que los constantes cambios de residencias y países fueron factores decisivos en su búsqueda de un estilo definitivo.
A pesar del éxito que la película y el Grammy le originaron mostrando una música fuertemente vanguardista, en sus próximas grabaciones Barbieri insistió en seguir experimentando y acentuando las referencias a sus raíces y mezclar entornos políticos en sus temas.
Desde comienzos de la década de 1970 Barbieri había entrado en una etapa de transición, tornándose más melódico y accesible a un público más amplio. Buscando un sonido que complaciera a la audiencia de las tres Américas, se aleja un poco del jazz vanguardista y se desliza hacia un terreno más comercial, sin perder inventiva, y seguir siendo un potente y explosivo solista.
Para ello explora y mezcla elementos del jazz afro-cubano, la bossa nova, el folklore argentino, y el soul-jazz, e incorpora a músicos de distintas tendencias -James Mtume y Gene Golden (congas), Airto Moreira (percusión), Moulay Ali Hafid (dumbek)- para grabar el álbum "Bolivia" (1973), considerado como su mejor álbum para Flying Dutchman.
Es el momento en que, ya radicado definitivamente en los EE.UU., su figura brilla con luz propia y se convierte en una fuerza importante dentro del cambiante panorama jazzístico. Su explosivo estilo, su inconfundible sonido y la inclusión permanente en sus interpretaciones de voces típicas de la música nativa de su patria marcarían sus grabaciones.
Para entonces, el jazz comienza a sufrir la fuerte presencia del rock que lleva a sus músicos, en su necesidad de seguir viviendo de la música, a experimentar estilos, combinar instrumentos electrónicos con acústicos, y tantear música de períodos anteriores intercalada con sonidos modernos, elementos que delinean el híbrido jazz-fusion originado. Y Barbieri se amalgamaba perfectamente con esos cambios.
# El sello Impulse!
La brillante estrella de Barbieri no pasó desapercibida a Ed Michel, productor del sello Impulse!, que se apresuró a contratarlo. Así, Barbieri abandonaría Flying Dutchman, sello donde definió su estilo y pasaría grabar en Impulse!, entre 1973 y 1975, los hoy buscados cuatro álbumes de la serie "Chapter": "Chapter I: Latin America" (cuyas abultadas ventas ayudaron a financiar el sello grabador), "Chapter II: Hasta siempre", "Capter III: Viva Emiliano Zapata", que lleva el respaldo de la orquesta caribeña de Chico O’Fatrril y "Chapter IV: Alive In New York", grabado en vivo en el club nocturno neoyorquino Bottom Line.
Para comenzar, y dada las nuevas ideas que poblaban su mente, Barbieri viaja a Buenos Aires y Río de Janeiro para grabar con músicos locales usando instrumentos indígenas típicos de América Latina -quena, arpa india, bombo, charango-, enlazando su percepción del jazz con sus respectivos ritmos. El resultado fue una combinación de jazz, folklore, tango y samba de gran atractivo sonoro. En este viaje de dos semanas graban suficiente material como para armar los dos primeros "Chapters", álbumes cuyas ventas dan suficiente dinero como para enviar en 1973 a Barbieri y sus músicos a una gira por Europa y hacer su presentación el Festival de jazz de Montreux, Suiza.
En los surcos de estos cuatro álbumes, grabados entre Sud América, New York y Los Angeles, Barbieri explora el chamamé del folklore argentino (La China Leoncia arreó a la correntinada), la milonga (Milonga triste), el tango (Nunca Más, tema que cuenta con el aporte de su compatriota Dino Saluzzi en bandoneón), el bolero (Cuando vuelva a tu lado) y otros ritmos latinoamericanos con notable fuerza expresiva. A pesar del tiempo transcurrido desde la edición de estos discos, la originalidad de sus temas sigue siendo impactante. Considerados como sus obras más importantes, en ellos su estilo empieza a alejarse del ámbito de las más conservadoras grabaciones hechas para Flying Dutchman, para ir hacia una textura más fácil, si bien aún politizada. El empleo de músicos e instrumentos nativos parecerían reflejar, en cierta medida, una rebeldía expresada musicalmente por el aire turbulento que caracterizó la política sudamericana de la década de 1970.
En 1974, destacando la presencia de su compatriota Jorge Dalto en piano electrónico, Ray Mantilla (timbales) y, entre otros, Babafemi (congas), Barbieri graba el exuberante álbum "Yesterday", que ya marca su ingreso en un nuevo círculo de acuerdo al ambiente del momento.
# El sello A&M y el cambio
Cuando los sellos Flying Dutchman e Impulse! se apartan del negocio del disco, aprovecha el vacío el popular trompetista Herb Alpert, fundador de A & M Records, y contrata a Barbieri para grabar temas más livianos, más de acuerdo con su sello. En este nuevo ambiente, Barbieri, enfatizando una tendencia pop, pasó rápidamente de ser el ecléctico catalizador de estilos de jazz -avant-jazz, free-jazz, smooth-jazz- mezclados con folklore argentino y brasileño, a ser un artista cuyas grabaciones comenzaron a ser buscadas por disc-jockeys radiales que en ese momento se inclinaban a la incipiente, suave y electrificado jazz suave que cimentó la estación de radio The Wave.
Así, en 1976, dejando un poco de lado su inclinación folklórica nativista, la combinación de un sonido pop con un indefinido jazz en su álbum "Caliente", asombra a sus seguidores de siempre al asumir su música un carácter ligero en busca de otro y más amplio público. Profusamente difundido por radio, "Caliente" vendió 225.000 copias y se convirtió en su primer y más popular álbum de venta, llegando el tema de Santana, Europa en él incluido, no sólo a superar la grabación de su autor, sino a convertirse en un resonante y permanente éxito del repertorio de Barbieri, que junto a su explosivo y pasional estilo, unido al pastoso sonido de su saxo serían su mejor marca de fábrica.
Embarcado en su nueva línea de jazz suave, en 1984, graba también para A & M "Passion And Fire" acompañado con un grupo de músicos diversos en cada surco, que destacan una regrabación del tema de Santana, Europa, más Speak Low, Poinciana y Fiesta, entre otros.
Y si bien con su indiscutible personalidad musical Barbieri se había ganado un lugar de privilegio y respeto dentro de la órbita jazzística de vanguardia, desde su ingreso al sello A&M comenzó a perder gran parte de su vitalidad creativa, al extremo de ser calificado en la década de 1980 como un artista indefinido, cuyo estilo fluctuaba entre el género pop y el jazz. Quizás afectado por la crítica, quizás como reflejo de sus problemas personales -la muerte repentina de su esposa, y su ataque al corazón varios meses después-, quizás en busca de una definición final, Barbieri se retiró de la consideración pública y se refugió en la única constante de su vida: su música y su saxo tenor.
# Un nuevo Barbieri
Después de casi una década de estar alejado de las salas de grabación, en 1997 aparece "¿Qué Pasa?" (Sony Music), un álbum que al ocupar el cuarto puesto de mayor venta de ese año en la categoría smooth-jazz, prácticamente pareció rejuvenecer a Barbieri no sólo en el gusto del público sino personalmente. Totalmente renovado, tocando a la par de músicos de una nueva y más joven generación de artistas pop, Barbieri abandona sus experimentos vanguardistas y renace con un definitivo sonido, penetrante, dramático, ronco y dulce a la vez, sonido reflejo de su sensibilidad interna.
El álbum, sólo a juzgar por la pregunta que implica su título, luce como una meditación de Barbieri sobre la vida, su vida, el amor, la violencia, la angustia, la nostalgia, el dolor, los prejuicios...
Ese mismo año de 1997, su música para la película "Seven Servants" de Daryush Shokof lo colocan al tope de las listas de popularidad de Jazz y Bandas de Sonido de la revista Billboard, y dos años después, en 1999, graba para Sony el álbum "Che corazón" en la misma exitosa y definitiva tónica, álbum que en palabras del mismo Barbieri es "una biografía musical, nostálgica, acerca de los amigos y la familia".
En esta línea, su siguiente álbum, "The Shadow of The Cat" (2002), dedicado a su madre, como bien lo dice en el interior del CD: "Si no fuese por ti y la llama que encendiste en mi, no sería lo que hoy soy; no habría ni la sombra del gato (The Shadow of The Cat)".
Al final de la década, su labor musical es ampliamente reconocida al otorgársele en el 2009 el premio UNICEF en el Consulado Argentino.
En la actualidad, radicado en New York con su nueva esposa Laura y su hijo, su excelencia musical deleita a los concurrentes al Blue Note Café donde periódicamente suele presentarse.
Habiendo llegado a poseer uno de los más potentes sonidos de saxo tenor, ahora, mirando en retrospectiva su carrera, el sobrenombre de "Gato" -como todo el mundo lo llama- adquiere un nuevo significado, ya que así como los gatos tienen siete vidas, la reinvención constante de estilos que Barbieri mostró a lo largo de sus grabaciones, le ha permitido una longevidad similar en la aceptación del público al saxofonista que una vez dijo: "Los colegas del jazz no me consideran un músico de jazz, como tampoco los colegas latinos me consideran un músico latino". Un pocas palabras el Gato Barbieri es único, es el Gato Barbieri!*
La foto que ilustra este articulo es gentileza de Laura Barbieri.
Para más información sobre el músico ver www.gatobarbierimusic.com
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